REQUISITOS PARA LA ENTRADA EN EL PAÍS (CEE)
- Pasaporte en vigor
- NO se necesita visado si viajas como turista
- Billete de regreso o a un tercer país
- VACUNAS: NO es necesaria ninguna vacuna específica, pero para viajar por el mundo siempre es conveniente tener puestas las vacunas contra la difteria, tétanos y hepatitis A y B. Ahora
en tiempos de Covid es necesario presentar test de antígenos, pcr o certificado de vacunación. - Cuál es la mejor época para viajar a
Belice? la mejor época es de diciembre a abril. La
estación lluviosa es de mayo a octubre, siendo junio y octubre los meses más lluviosos. De junio a noviembre hay riesgo de huracanes y ciclones.
LO QUE DEBES SABER SOBRE BELICE
El país se llamó Honduras Británica hasta su independencia en 1981
- CAPITAL: Belmopán, aunque la ciudad más importante y poblada es Ciudad de Belice, que fue capital hasta que en 1970 fue destruida por el huracán Hattie
- IDIOMAS: el idioma oficial es el inglés aunque los idiomas predominantes son el español, y el criollo beliceño. También se hablan lenguas mayas y el garífuna.
- RELIGIÓN: Es un estado laico. Aunque predomina el catolicismo, hay una amplia variedad de religiones.
- MONEDA: Dólar de Belice (BZD) $1 –>2 BZD 1€ –>2.44 BZD
- ELECTRICIDAD: Suele ir a 110V y las clavijas de los enchufes son tipo B y G como os muestro en la foto.
- COMUNICACIÓN: es muy aconsejable comprar una tarjeta SIM local.
- Tened en cuenta que hay cajeros automáticos que aceptan tarjetas europeas y otros no.
QUÉ METER EN LA MALETA?
- Repelente de mosquitos
- Ropa ligera y algo de abrigo, chaqueta o jersey
- Chubasquero o paraguas
- Protector solar alto
- Sombrero o gorra
- Gafas de sol, graduadas, lentillas, etc
- Todos nuestros dispositivos electrónicos
- Cámara y cámara tipo Go Pro, muy útil si haces snorkel
- Gafas de snorkel, aunque las puedes alquilar allí, es más higiénico llevar las propias
- Mini botiquín y medicamentos básicos
- Es muy recomendable llevar un seguro médico que cubra las urgencias durante el viaje
Primero os haré una breve introducción al país ya que no es muy conocido.
Belice es un pequeño país que hace frontera al norte con México, al oeste y al sur con Guatemala y al este con el mar Caribe.
El idioma oficial es el inglés, aunque la mayoría también hablan español y criollo. La capital es Belmopán, no Belice city a pesar de que esta última es la ciudad más importante y más poblada del país. La moneda es el dólar de Belice que equivale a unos US$0.50 y 0.40€.
Los conquistadores españoles la hicieron colonia, pero al explorar la tierra, vieron que no había tantos recursos como en los países vecinos y optaron por no colonizarla. Pronto llegaron los colonos ingleses y escoceses y los llamados Baymen, que eran piratas ingleses que se instalaron en la costa para atacar a los barcos españoles. España cedió la tierra a los colonos a condición de que terminasen los actos de piratería. Ese es el motivo por el que el idioma oficial es el inglés, por los años de dominio británico. En 1964 Gran Bretaña concedió a la Honduras Británica, como la llamaban ellos, el autogobierno y en 1973 pasó a llamarse Belice, Belize en inglés. La total independencia la consiguieron en 1981, pero Guatemala, reclamaba sus derechos de soberanía sobre parte del territorio de Belice, el que España no les concedió a los ingleses en el Tratado de París y fue necesario que soldados británicos se quedasen en la zona para proteger a Belice de la amenaza del país vecino.
Tiene varias ciudades mayas, pero es más conocido por sus cayos, próximos a la barrera de coral, la segunda más importante después de la de Australia, que dan la oportunidad de bucear y hacer snorkel sin embargo, no tiene largas playas de arena blanca, en algunos sitios puedes encontrar pequeñas playas pero en su mayoría, lo que tienen es lo que llaman “Sea Wall”, es decir, muros que dan al mar con unas escaleritas como las de las piscinas por las que acceder al agua.
Nuestro mayor interés en Belice era ir a los cayos, pero también queríamos ver alguna ciudad maya. La más próxima a la ciudad es Lamanai que además añade el atractivo de que se accede a ella a través de un bonito recorrido por el río Nuevo. Como solo íbamos a estar una noche en Belice City, no teníamos claro cuándo sería mejor hacer esta excursión y decidimos esperar a estar allí para consultarlo y decidirlo.
Día 1: Traslado Tikal (Guatemala) / Belize City
A las 09.30 cruzábamos la frontera entre Guatemala y Belice por Melchor de Mencos. Ya estábamos en Belice. Enseguida vimos a Moisés, nuestro conductor al que habíamos contratado por medio de Humberto (uno de nuestros conductores en Guatemala). Le saludamos, cargamos el equipaje y salimos hacia Belice City. Era de origen guatemalteco pero criado en Belice y tenía doble nacionalidad, eso nos lo contó Humberto, porque él era de pocas palabras. A diferencia de Byron y Humberto, que nos iban contando cosas de lo que íbamos viendo, Moisés apenas habló durante el trayecto.
Además del idioma, el paisaje también cambió. Las casas eran más tipo americano, pero en plan sencillo y la gente era en su mayoría de color.
Fuimos durante un rato bordeando el río Copán que es la frontera natural con Guatemala. Tardamos 2 horas en llegar a Belice City.
Había leído sobre Belice City que no tenía ningún encanto y que según la zona podía llegar a ser peligrosa, así que reservé un hotel en la zona turística “Tourism Village” que según decían era la más segura. El hotel en cuestión fue el The Great House Inn US$123 + 9%=112€. Desayuno incluido. Era un pequeño hotel con encanto ubicado en una casa colonial muy bonita.
Al hacer el check in ya notamos que la gente no era como la de Guatemala, eran bastante más secos. La habitación que nos dieron estaba bastante bien, amplia y decorada estilo victoriano, quizá algo recargada, pero original. Subimos el equipaje y le preguntamos a Moisés si era posible hacer el tour a Lamanai a esa hora (eran las 12:00) y cuánto nos costaría. Él llamó a su jefa y dijo que sí y que nos cobraría US$200 por llevarnos hasta el embarcadero para ir a Lamanai en Orange Walk le dijimos que eso era mucho y nos lo dejó por $150 pero yo tenía dudas si no sería ya tarde y hablé directamente con ella planteándole también la posibilidad de ir al día siguiente. Me dijo que se podía hacer a esa hora y que si lo hacíamos al día siguiente no llegaríamos a tiempo de tomar el último barco a Caye Caulker, así que, aunque me parecía caro, porque eso era solo hasta el embarcadero, pero luego había que pagar el trayecto por el río a Lamanai y la entrada, que había leído que eran unos $70 por persona, le dije que sí porque teníamos mucho interés en conocer Lamanai y de otro modo no íbamos a poder hacerlo. Volvimos a la mini van otra vez y tras 1:30h, llegamos. Moisés nos llevó a uno de los embarcaderos, el de Lamanai Ecotours y oh sorpresa, un señor muy antipático nos dijo que las lanchas comunitarias, que eran las que costaban $70, solo salían a las 09:00 de la mañana y si queríamos ir tenía que ser en lancha privada cuyo precio era ni más ni menos que US$250, nos pareció una absoluta barbaridad y dijimos que no. Le pedimos a Moisés que nos llevase a otro embarcadero que había cerca el de Lamanai Landing Hotel & Marina y unos chicos muy amables nos dijeron lo mismo, que había que ir a las 09:00 a.m. pero, además, que en esa temporada cerraban la entrada a la 1 p.m., o sea que imposible ir ya. Y nos preguntamos, ¿eso no lo debería de saber la señora con la que yo había hablado? Íbamos a pagar $150 y nos habíamos tragado 1.30h de ida y nos íbamos a tragar otra 1.30h de vuelta para nada. Nos sentimos completamente estafados y lo peor es que ya no podríamos ir a Lamanai.
Ya que estábamos allí y para descansar de tanto coche, decidimos tomarnos algo en la terraza del bar con vistas al río Nuevo del Lamanai Landing Hotel & Marina. Menos mal que se podía pagar con dólares americanos porque todavía no teníamos dólares de Belice.
El sitio era agradable y lo recomiendo incluso para hacer allí una noche antes o después de ir a Lamanai. Allí probamos por primera vez la cerveza beliceña, la Belikin, muy rica. (2 cervezas 5€)
Volvimos cabizbajos a Belice City y cuando llegamos le pregunté a Moisés si no nos harían un descuento por haber hecho el viaje para nada. Consultó a su jefa y dijo que no. Ahora pienso que fuimos tontos, le teníamos que haber pagado máximo US$100 ya que, en cierto modo, la señora nos había engañado o nos había informado mal, pero somos legales y le pagamos los $150 que me salieron del alma. Bueno, pensé, en todos los viajes tiene que haber un timo, ya os contaré en otra ocasión el del restaurante de Singapur.
Salimos a dar una vuelta por los alrededores del hotel, queríamos localizar la terminal del taxi boat para el día siguiente y resultó que estaba a solo 5 minutos caminando del hotel. Por lo demás no vimos nada de ambiente, ni tiendas ni nada, aunque había una gran plaza con un gran cartel de “Welcome to Belize” y puestos cerrados que supusimos estarían abiertos solo cuando llegasen los cruceros, ya que es una parada habitual de estos. Volvimos al hotel, lo primero que hice fue enviar un email al hotel donde íbamos a alojarnos en Caye Caulker avisando de nuestra hora de llegada porque la dueña me había pedido que lo hiciera. Enseguida me contestó y me dijo que estaría esperándonos en el muelle para ayudarnos con el equipaje, porque aunque estaba a tan solo 5 minutos caminando del embarcadero, el pavimento era de tierra y era difícil caminar por él cargados con las maletas. Un buen detalle, ya teníamos ganas de ver cómo era Caye Caulker porque por lo que había leído tenía que ser curioso.
Nos duchamos y arreglamos, por fin podía ponerme tacones, y fuimos a cenar al restaurante del hotel Radisson que está justo enfrente. Lo primero que hicimos fue intentar sacar dinero en el cajero que hay dentro del hotel, pero no aceptaba nuestra tarjeta y ya entramos en pánico pensando que no íbamos a poder sacar en los bancos de Belice, pero preguntamos a un empleado y nos dijo que ese cajero no aceptaba las tarjetas europeas pero que el del Heritage Bank que estaba en el centro, sí, así que decidimos ir al día siguiente y esa noche pagar la cena con tarjeta de crédito. Vimos que había al lado un mostrador para contratar excursiones y por curiosidad, pregunté si daría tiempo de ir al día siguiente a Lamanai y volver para tomar el barco de las 17:00 y me dijo que sí, o sea que la jefa de Moisés nos había informado fatal. Salía muy caro, como $200 por persona y teniendo en cuenta que ya habíamos tirado $150 en el intento, decidimos no hacerla e irnos a Caye Caulker tempranito para aprovechar el día allí.
El restaurante del hotel curiosamente se llama “Baymen’s Tavern”, o sea, la taberna de los piratas ingleses, a los que llamaban así. Tiene una parte cubierta decorada en plan pub inglés y donde no hay quien pare por el aire acondicionado y luego una zona de terraza. La comida era estilo americano, no estuvo mal y no fue cara.
Volvimos al hotel y tras tomarnos nuestro gin tonic de rigor en la bonita terraza de la casa colonial nos fuimos a dormir, esta vez sin prisas porque no pensábamos madrugar mucho al día siguiente.
Día 2: Traslado a Caye Caulker
Amaneció un día soleado y con cielo azul que tanto habíamos echado de menos desde que salimos de Río Dulce.
El desayuno estaba incluido, pero como en el hotel no tienen restaurante, te dan un cupón y vas a desayunar al café de al lado que se llama Le Petit Café y pertenece al hotel Radisson.
Después fuimos a buscar el cajero del Heritage Bank, pero solo sabíamos que estaba en el centro, cuando llegamos a la altura del embarcadero, preguntamos a unos taxistas que estaban esperando. Nos explicaron dónde estaba y que se tardaba caminando unos 20 minutos. Como no andábamos muy sobrados de tiempo porque queríamos salir en el bote de las 11, les preguntamos cuánto nos cobraban por llevarnos y nos dijeron que por B$10 (4€) nos llevaban, nos esperaban y nos traían de vuelta. Nos pareció bien y en 5 minutos estábamos en el cajero. No hubo problema para sacar dinero y nos cobró US$3 de comisión. Volvimos al hotel y quedamos con el taxista para que nos recogiera a las 10:30 porque, aunque el embarcadero estaba muy cerca no queríamos ir cargando con todo el equipaje.
Subimos a la habitación, preparamos el equipaje, hicimos el check out y bajamos. Allí estaba Carlos, no era el mismo taxista de antes, era un chico muy majo de origen guatemalteco que se ofreció para contratar con él excursiones. Le pregunté, ya por curiosidad, lo que cobraba él por ir a Orange Walk y me dijo que US$100, mi sospecha se confirmaba, la jefa de Moisés nos había clavado. Le pedí su tarjeta para llamarle al regreso para que nos llevase al aeropuerto, si vais a ir y os interesa, os paso el contacto.
Nos despedimos de Carlos hasta la vuelta y entramos en la terminal de “San Pedro Belize Express Water Taxi” que es una de las empresas que hace los traslados a los cayos, la otra se llama “Ocean Ferry Belize Water Taxi” elegimos la primera solamente porque el muelle estaba más cerca.
Nada más entrar en el recinto tienes que dejar las maletas, las ponen etiquetas y te dan los resguardos, como si facturases para un vuelo. Después fuimos a las taquillas había cola, pero, por fin conseguimos comprar los billetes a tiempo para salir en el bote de las 11:00. El billete vale B$36 por persona, unos 15€ y el trayecto hasta Caye Caulker dura 1 hora. Salió con un poquito de retraso, pero en seguida tomó velocidad y dejamos atrás la ciudad de Belice.
No se nos hizo nada largo, era muy agradable sentir la velocidad y la brisa del mar. Fuimos todo el tiempo viendo pequeños cayos a los lados que se veía que estaban deshabitados hasta que vimos uno un poco más grande y con casitas, era Caye Caulker.
CAYE CAULKER
También conocido como Caye Corker. Es una pequeña isla coralina larga y estrecha situada en el mar Caribe. Está dividida en dos por un estrecho canal, esta zona se llama el Split y al parecer esta división es obra de los huracanes. La parte sur es donde están los hoteles y restaurantes y la parte norte es una zona protegida llamada Caye Caulker Forest Reserve.
En el cayo no hay coches ni motos sólo carritos de golf y bicicletas, una gozada. Se pueden alquilar, pero si estás en un hotel céntrico; es decir por la zona cercana al Split que es donde están los restaurantes y tiendas, no te hace falta. Se recorre en 1 hora en bici y 2h caminando. Hay un banco con cajero automático, el Atlantic Bank que admite nuestras tarjetas.
El lema de la isla es «Go slow», allí no hay prisas ni estrés
Nada más desembarcar vimos a Amanda esperándonos con su carrizo de golf y en la mano un cartelito con mi nombre. Resultó ser una mujer blanca y rubia, luego nos contó que era inglesa y que lo había dejado todo para empezar una nueva vida allí. Después de los saludos de rigor cargamos las maletas y recorrimos la corta distancia hasta el alojamiento Amanda ‘s Place que no era un hotel sino un conjunto de dos casitas con una pequeña piscina en el centro y se alquila por habitaciones.
La nuestra era Amanda ‘s Casita, en la planta baja. Estaba muy bien, tenía una pequeña cocina con un bidón de agua potable de esos con grifo, la cama doble, un escritorio y un sofá. El baño era pequeño y antiguo, pero bien decorado y con todo lo necesario, hasta toallas de playa. Los enchufes son de clavija plana y Amanda nos dejó un adaptador porque nos dejamos el nuestro en Tikal. Le preguntamos qué playa nos aconsejaba y nos dijo que la del Split o Koko King, pero que a esta última había que ir en bote porque estaba en la parte norte del cayo, la que está separada por el Split y nos explicó de dónde salían los botes. También nos dijo que ella vivía en la casa de enfrente por si necesitábamos algo.
Información del alojamiento: Amanda ‘s Casita (3n). $315 + 9%= $343,35 + $20 limpieza= $363,35 o 308€ Apartamento en planta baja. No incluye desayuno. Tiene cocina, piscina y Wifi gratis. Amanda ‘s Place está en la calle principal, que ni siquiera está asfaltada y aunque no está en primera línea de playa algo se ve y sobre todo se huele porque eso sí que era oler a mar.
Lo primero que hicimos después de instalarnos fue salir a buscar un supermercado para comprar bebidas y víveres para el desayuno. Por cierto, nos llamó la atención que todos los supermercados estaban regentados por chinos y eran más bien caros, se entiende porque allí no hay nada y todo lo tienen que llevar desde Belice.
Volvimos a la casita comimos algo en el porche de la habitación y salimos para ir a la playa, pero antes fuimos a contratar la excursión de snorkel a Hol Chan para el día siguiente. No tardamos mucho porque íbamos a tiro hecho. Había visto que la gente hablaba muy bien de Raggamuffin tours así que lo localicé con Google maps y fuimos allí directamente. Un chico muy amable que hablaba español nos explicó en qué consistía la excursión: era un tour de día completo (10:30 a 17:00) y se visitaban varios puntos, el jardín de coral, la zona de tiburones y mantas raya y el canal. El precio era US$70 por persona, pero al estar en temporada baja nos lo dejó en US$65 con bebidas incluidas, frutas, almuerzo, que podía ser pollo o mariscos y por la tarde ceviche y ron punch. Nos pareció muy bien, pagamos una señal y quedamos en estar allí el día siguiente a las 10 de la mañana.
Vimos que Raggamuffin también tiene una excursión de 3 días en velero por cayos deshabitados y paradisíacos. Por lo que nos contó, se duerme en tiendas de campaña en dos de los cayos y el otro tiene cabañitas. El tour termina en Dangriga y desde allí te vuelves por tu cuenta. Tenía muy buena pinta pero ya no podíamos incluirlo en nuestro viaje.
Después fuimos a echar un vistazo a la playa del Split, pero no nos gustó porque tenía sea wall, así que decidimos ir a la otra que nos había dicho Amanda.
De allí nos fuimos a buscar el lugar de donde salían los botes para ir a la playa Koko King y lo encontramos enseguida, es el back bridge, está al lado contrario de por donde habíamos llegado, digamos que llegamos por el este de la isla y este muelle estaba al oeste, pero muy cerca porque el cayo es estrecho. Los botes salen cada 15 minutos y tardan unos 10 minutos.
Al llegar nos sorprendimos por lo bien montada que estaba, tenía tumbonas, hamacas, sillas, sombrillas, aseos, duchas, piscina y un gran bar restaurante sobre el agua.
Podías utilizar todas las instalaciones y el bote a condición de que hicieras una consumición en el bar. Cuando consumes te ponen una pulserita y así saben que has consumido. La playa en sí es bastante buena, de arena blanca (más que arena es como coral molido) y agua transparente. Yo me metía con escarpines, no es que fuese absolutamente necesario, pero había pequeños trozos de coral que son incómodos de pisar.
Después de bañarnos pedimos unas bebidas y disfrutamos de una puesta de sol preciosa.
Ya de noche, aunque sólo eran las 19.00, volvimos en el bote a nuestra parte del cayo. Caminando hacia la casita vimos un restaurante que llevaba apuntado como recomendado, el Roses bar & grill, tenía en la entrada una mesa con todos los productos frescos que tenían para la cena: langostas, cangrejo de roca y pagos. Preguntamos los precios y como nos parecieron bien quedamos en volver a las 21.00.
Cuando llegamos al hotel nos dimos un bañito en la piscina, que a pesar de ser muy pequeñita era muy agradable y estaba muy limpia. Luego ducha y cena en el Roses. Buenísimo todo y barato (47€) Para finalizar el día nos tomamos nuestro gin tonic en el porche de la casita donde se estaba de lujo con la brisa del mar. No tardamos mucho en irnos a dormir, al día siguiente nos esperaban muchas emociones sobre todo por bañarnos con los tiburones.
Día 3: Reserva Marina de Hol Chan
Menos mal que amaneció buen día para hacer la excursión. Desayunamos en el porche unas tostadas, zumo y café todo comprado en el super y hecho en la cocinita que tenía microondas, cafetera y tostador.
A las 9:45 llegamos a la oficina de Raggamuffin tours y nos reunimos con el resto del grupo que íbamos a hacer la excursión. A las 10:30 embarcamos en un catamarán y zarpamos. En el camino la tripulación preparó bandejas con frutas cortadas y refrescos y nos fueron dando información sobre lo que íbamos a ver.
Catamarán a Hol Chan
Hol Chan significa en maya pequeño canal, los canales son aberturas en la barrera de coral. En Hol Chan está prohibida la pesca por eso hay una vida marina tan rica.
La primera parada fue en Coral Garden y tardamos aproximadamente 1 hora en llegar. Nos colocamos nuestras súper máscaras, nuestras camisetas de nadar, finitas que secan rápido, para no quemarnos y saltamos al agua. Vimos muchos peces, pero lo que más me gustó fue ver una tortuga gigante y cómo subía desde el fondo hacia la superficie. Luego buceamos por otra zona que había un barco hundido y nos entretuvimos viendo cómo los peces se metían y salían de lo que quedaba del casco del barco.
Coral Garden
Regresamos al catamarán, navegamos un poco más y sobre las 13:00 llegamos a lo que era lo más emocionante y lo que nunca habíamos hecho, nadar con tiburones. Son tiburones nurses o tiburón nodriza. Pueden llegar a medir hasta 4m de largo. Su boca es mucho más pequeña que la de otros tiburones de su tamaño. Se alimenta de crustáceos y moluscos, succionándolos para después triturarlos con los dientes. Normalmente son inofensivos para el hombre, aunque pueden llegar a atacar si se les provoca.
En cuanto anclaron el catamarán los tiburones lo rodearon y os puedo asegurar que, aun sabiendo que son inofensivos, impresiona y mucho, tanto que dudamos si tirarnos al agua o no, pero cuando vimos que los primeros bajaban y no pasaba nada nos lanzamos. Era impresionante estar en el agua rodeados no sólo de tiburones sino también de mantas raya. Fue todo un espectáculo. Ellos pasaron de nosotros y ni se nos acercaron y disfrutamos haciéndoles un montón de fotos.
Volvimos al catamarán entusiasmados y zarpamos hacia nuestro siguiente destino. La tripulación ya tenía preparado el almuerzo y fuimos comiendo.
La siguiente parada era lo que llaman el Chanel, el canal, la apertura más grande de la barrera de coral. Cuando bajamos nos dividieron en dos grupos, cada uno con un miembro de la tripulación y nos dijeron que no nos separásemos del grupo. Al principio estuvo bien, vimos muchos peces, algún tiburón más y hasta una morena, pero luego dejé de disfrutar del espectáculo. Y yo que le tenía miedo a nadar con tiburones, aquello sí que fue peligroso y hasta me vi en peligro. Resultó que el canal tiene unas corrientes muy fuertes que no te dejan avanzar, llegó un momento que era imposible seguir al grupo y tras un rato de intentarlo, estaba ya completamente agotada y llegué a tener miedo, suerte que cerca había un grupo de otro barco con un salvavidas, de esos redondos, y se lo pedí porque ya no podía más, al verlo, uno de los tripulantes de nuestro barco vino a por mí y me llevó hasta el catamarán empujándome porque la corriente tiraba de mí, qué mal lo pasé, mira qué he buceado en un montón de sitios, pero nunca me había pasado eso. A mi chico y otras personas les pasó más o menos lo mismo. Luego me contaron que ese lugar es muy peligroso y que en cuanto te descuidas te saca al otro lado de la barrera de coral. Consejo: si hacéis esta excursión pedir que os den chaleco salvavidas, a nosotros nos dijeron que si sabías nadar no hacía falta, pero os aseguro que en el canal es muy aconsejable. Bueno, ya sanos y salvos, seguimos la navegación y paramos en otro punto que no sé ni cuál era porque ya no quisimos bajar del cansancio que teníamos.
Cuando emprendimos la vuelta, los tripulantes prepararon la merienda, que consistía en ceviche y ron punch. Todo muy bueno
Disfrutamos un montón del catamarán, la brisa del mar en la cara, el ambiente y sentarte en la red era muy divertido porque además te iba salpicando el agua. Ya eran las 16:30, empezaba a caer el sol y el paisaje era precioso.
El final de la excursión era en una playa que resultó ser la playa de Koko King y allí nos dejaron para ver la puesta de sol.
Nos situamos frente al mar en unas tumbonas, pedimos unas bebidas y disfrutamos de una espectacular puesta de sol, mucho más bonita aún que la del día anterior.
Después volvimos a nuestra parte del cayo en los botes del Koko King y nos dimos un bañito en la piscina del hotel.
Fuimos a cenar a Bambooze, un restaurante frente a la playa que es muy original porque los asientos son columpios. También cenamos a base de langosta por 41€ los dos.
Día 4: Día de relax en Caye Caulker
Nos levantamos sin prisas, Go Slow, preparamos el desayuno y lo tomamos en el porche. Después salimos a dar una vuelta por el cayo para ver tiendas y comprar algún regalito para la familia. Compramos algún recuerdo, pero todo caro y nada especial, qué diferencia con Antigua.
Luego caminamos hasta el final de la calle Hícaco, la principal, hasta el extremo norte para ver más despacio el Split. Nos llamó la atención que en la zona de “playa” que no es tal, hay un bar restaurante con mesas y sombrillas en el agua.
Había gente bañándose pero dicen que justo en el punto de la división de ambas partes del cayo las corrientes son muy fuertes, así que volvimos sobre nuestros pasos y nos caminamos hacia el extremo sur donde vimos algo curioso, un cementerio muy antiguo en plena playa al lado del hotel Tropical Paradise.
Luego nos acercamos al muelle para ver los horarios de los water taxis para el día siguiente. Las dos compañías que operan tiene los embarcaderos muy cerca. Decidimos que probaríamos la otra, la Ocean Ferry que tenía menos frecuencias pero era algo más barata y de los horarios que había elegimos el de las 11:15.
Después del paseo nos fuimos a pasar el día a la playa de Koko King, que como ya dije, está muy bien montada. Cualquier consumición da derecho al uso de todas las instalaciones, tumbonas, sombrillas, baños limpios con papel y jabón, duchas, piscina y la playa es buena y sin oleaje desde donde se ven fantásticos atardeceres. Comimos allí 2 hamburguesas y 3 cervezas unos 25€. Después para ver el precioso atardecer nos tomamos 2 tónicas por B$6 (2.50€)
Al volver sacamos dinero en el cajero automático del Atlantic Bank e hicimos unas compras en el súper. Luego volvimos al Amanda ’s Places, nos dimos un bañito en la piscina, nos duchamos y salimos a cenar de nuevo al Roses. Después copitas en el porche de nuestra habitación y a dormir que al día siguiente cambiábamos de cayo, nos íbamos a Cayo Ambergris, más conocido como San Pedro.
Día 5: Traslado a San Pedro
Nos levantamos sin prisas porque el bote no salía hasta las 11:15. Preparamos el equipaje y después de desayunar salimos al supermercado a hacer algunas compras para llevarnos a San Pedro, ya que sabíamos que cerca del hotel al que íbamos no había nada.
A las 10:45 Amanda estaba ya preparada en la puerta con su carrito de golf para llevarnos al muelle. Esta vez elegimos la empresa Ocean Ferry porque el billete era un poco más barato. B$ 19 (8€) frente a B$25 (11€) la otra. No la recomiendo para nada. Salió con 50 minutos de retraso y el barco es mucho peor. Por la diferencia de precio no vale la pena.
El viaje duró poco más de 30 minutos y fue muy bonito, cuando ya nos acercábamos, ver la costa con cocoteros, era un paisaje totalmente paradisíaco. Ya estábamos en San Pedro, la isla Bonita, según Madonna, ¿recordáis la canción?
Cayo Ambergris, es el cayo más grande de Belice, aunque solo tiene 8 km2. Hace frontera con México, está en la punta sur de la península del Yucatán. Tiene aproximadamente 2000 habitantes y la mayoría viven en San Pedro, la capital. Muy próximo a la segunda barrera de coral más grande del mundo que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. A todo el cayo se le llama popularmente, San Pedro. Cuando desembarcamos nos estaba esperando un representante del hotel con el que habíamos contactado el día anterior para confirmar la hora de llegada, para trasladarnos en lancha al hotel, la forma más rápida de llegar. De ese muelle nos llevaron en lancha a otro que estaba cerca y nos dijeron que teníamos que esperar unos 20 minutos porque había otros clientes llegando en avión a los que había que trasladar también, así que aprovechamos ese tiempo para dar una vuelta por el centro de San Pedro, comer algo y comprar unas bebidas para llevar al hotel. La primera impresión de San Pedro no fue muy buena, calles sucias y mucho tráfico (ahí si hay coches), pero eso sí, muchas tiendas. Encargamos unos bocatas en algo parecido a un Subway y nos los llevamos para el camino. En un supermercado, que, por cierto, no era de chinos como en Caye Caulker, compramos unas cuantas Belikin y alguna Coca Cola y regresamos al embarcadero. La otra pareja ya había llegado y partimos hacia el hotel. Ellos se quedaron en un hotel anterior, que es de la misma cadena y nosotros continuamos al nuestro. Era el hotel que más ilusión me hacía del viaje porque, al menos en las fotos, se veía precioso y en la misma playa.
Hotel X’Tan-Ha The Waterfront (4n) $540 + 19%0 $642,6 o 544€ Sin desayuno. Wifi en las habitaciones. Bebida bienvenida por Genius de Booking.
Por fin llegamos al hotel. El embarcadero era muy bonito, un pasillo largo de madera sobre el agua con una pequeña palapa y dos sillones de madera desde donde poder observar el mar. Nos estaban esperando dos empleadas de la recepción para recibirnos personalmente y nos acompañaron al restaurante donde nos invitaron a una bebida de bienvenida, ron punch. Nos explicaron el funcionamiento del hotel y luego fuimos a la recepción para hacer el registro de entrada. Lo que íbamos viendo del hotel era tal y como se veía en las fotos, muy bonito. Es tipo resort, pero más pequeño que otros resorts que hay por el Caribe. Tiene edificios de dos plantas y unos pocos edificios de una sola planta, tipo chalecito que se llaman «Honeymoon casitas». Nosotros teníamos reservada una de estas, pero nos dijeron que como estaban en mantenimiento nos hacían un up grade a una habitación con vista lateral al mar, ya que las casitas tienen vistas a la piscina. No nos hizo mucha gracia, pero bueno, pero al llegar a la habitación nos dimos cuenta de que tenía ruidos de las máquinas que estaban detrás y se lo dijimos. Entonces nos ofrecieron otro up grade a una habitación vista mar frontal, eso me gustó más y dijimos que sí, el problema es que no la tenían preparada y nos dijo que tardarían unos 30 minutos en tenerla lista. Esperamos viendo todos los papeles que nos habían dado con la información del hotel.
Efectivamente y tal y como había leído en comentarios, no había nada cerca del hotel, el supermercado más próximo estaba a 3 millas y para ir al pueblo se podía ir en taxi boat, de una compañía ajena al hotel y valía US$10 por persona y trayecto, aunque podías comprar los tickets en el hotel y salía por US$8, en cualquier caso, ir a San Pedro se ponía en casi 30€ los dos. La otra opción era alquilar un carrito de golf e ir por carretera, pero era bastante caro, os pongo foto con los precios por si os interesa, y además se tardaba alrededor de 1 hora, según nos dijeron, porque era camino de tierra.
Os comento que elegí este hotel, aunque estaba más apartado de todo, porque es de los pocos que tienen playa, los demás, tienen zona de arena con tumbonas y sombrillas pero el acceso al mar es por escaleras. El tiempo pasaba y seguían sin darnos la habitación, veíamos que se nos iba el día sin poder ir un rato a la playa. Dimos una vuelta por el hotel e hicimos fotos para hacer tiempo.
Por fin, sobre las cuatro de la tarde, nos dieron la llave. La habitación era muy grande, tenía tres ambientes, uno era el salón-comedor-cocina, bastante grande, otro el dormitorio, amplio y con un buen armario y el baño con acceso desde el salón y desde el dormitorio, amplio, con ducha de obra, como a mí me gusta, y con todo lo necesario. Como era planta baja, tenía un gran porche con mesa, sillas y hamaca con una vista increíble al mar.
Íbamos a cambiarnos para ir a la playa cuando llegó la señora de la limpieza para adornarnos la cama con dos cisnes formando un corazón, hecho con toallas, una botella de vino blanco, dos copas y muchas flores. Esto supongo que fue porque cuando llegamos nos preguntaron si estábamos allí para celebrar algo y les comentamos que era nuestro aniversario. Todo un detalle. Bueno, ahora sí, venga los bañadores y a la playa, pero cuando fuimos a salir, el día había cambiado radicalmente, el cielo se había cubierto y empezaba a llover. En pocos minutos, cayó lo que no estaba escrito, así que de playa nada. Cuando paró salimos a pasear por la orilla. Allí no se ven las puestas de sol porque el hotel está situado al este de la isla, pero sí se pueden ver paisajes preciosos con los colores rojizos del atardecer.
Después del paseo nos tomamos una cerveza en la pequeña barra de bar al aire libre que había adosada al edificio del restaurante. El camarero, muy majo, nos contó que había un huracán por la zona, por eso las lluvias, que estaba por Honduras, pero que, por suerte, a Belice no solían llegar, que siempre cuando iba llegando, viraban y se desviaban, según dijo, les protegía mucho la barrera de coral. También nos comentó que el restaurante y el bar cerraban a las 20:30. Ufff, para nosotros eso era un espanto.
Nos fuimos a la habitación, nos duchamos y fuimos al restaurante que estaba en un edificio independiente, cerrado y con el aire acondicionado muy fuerte, parecía un refrigerador. La carta no era muy extensa y los precios de los platos no bajaban de US$20. Pedimos una entrada, un plato de pasta, una cola de langosta y dos cervezas y la cena nos salió por US$70, qué diferencia con Caye Caulker … Además, los platos eran muy escasos, así que decidimos buscar otras alternativas para la cena.
Al salir del restaurante nos tomamos un cocktail en el bar y nos fuimos a dormir esperando que al día siguiente amaneciese buen día.
Día 6: San Pedro, visita de la ciudad
Amaneció el cielo cubierto y amenazante. La noche anterior habíamos llegado a la conclusión de que, ya que el restaurante era caro y encima cerraba tan pronto y salir a cenar fuera, era casi imposible a menos que cenásemos a las 18:00 porque el último bote salía de San Pedro a las 20:30, lo mejor era prepararnos la cena en la habitación a pesar de que, por lo menos para nosotros, no es lo ideal estando de vacaciones. Pensamos que como estaba tan nublado y no apetecía playa, era el momento ideal para ir a comprar provisiones y dar una vuelta por San Pedro, pero también nos daba un poco de miedo por si se ponía a diluviar en pleno viaje. Pasó uno de los taxis boat que hacían el recorrido y vimos que era cubierto, así que podíamos ir aunque lloviese. Fuimos a la recepción (que era otro congelador) a comprar los tickets para el bote y fuimos al embarcadero, porque por la hora que era, tenía que estar a punto de pasar. Enseguida llegó y embarcamos. Es curioso una parada de taxis en pleno mar. El bote fue haciendo varias paradas hasta que por fin llegamos a San Pedro.
Dimos una vuelta por la calle principal y entramos en varias tiendecitas de recuerdos para comprar algún regalito para la familia. En todas había más o menos lo mismo y al final compramos unos belencitos diminutos y monísimos, eran como una chocita que se levantaba y allí estaban las figuritas del Belén, como en mi familia es una tradición coleccionar belenes pequeños, pues Belencitos para todos que, al menos, eran originales. (5€ cada uno). También compramos algún imán, y una bola de esas de nieve para mi colección, pero vamos, que no había nada de interés para comprar. La ciudad tampoco tenía mucho encanto, no sé por qué tiene tanta fama. Comenzó a llover, sacamos los impermeables y paraguas y seguimos callejeando. Se nos hizo la hora de comer y entramos en un restaurante elegido al azar que resultó que no estaba nada mal. Estaba ubicado frente al mar y se comía bien y barato (30€ los dos). Fido’s era el nombre por si vais por allí.
Después buscamos un supermercado e hicimos la compra para las cenas y desayunos en la habitación. Teníamos ganas de comida española, así que compramos lo necesario para hacer tortilla de patatas, hasta aceite de oliva encontramos, eso sí, todo muy caro, nos gastamos 45€ en la compra y por extraño que parezca, no encontramos un sitio donde vendieran pescado fresco, pero hicimos buena provisión de Belikines, que eran mucho más baratas que en el hotel.
Volvimos al embarcadero y tomamos el bote de regreso al hotel. Debía de ser justo la hora de la salida del colegio, porque en el bote venían un montón de niños que se fueron bajando en diferentes paradas, desde luego, eso más que un taxi boat, era un bus boat. Llegamos al hotel ya anocheciendo, hasta el bar estaba cerrado porque llovía, así que nos fuimos a la habitación y nos preparamos la tortilla de patatas que nos quedó buenísima y la acompañamos con un jamoncito que nos habíamos llevado de España y que llevaba ya recorrido todo Guatemala y Belice, jajaja. Cenamos en el porche y después nos pusimos unos gin tonics y vimos una peli que llevaba yo en el Ipad.
Nos fuimos a dormir esperando que al día siguiente luciese el sol para poder disfrutar, al fin, de la playa.
Día 7: El diluvio, día de playa fallido
Amaneció diluviando y por el aspecto del cielo no iba a abrir en todo el día.
Es desesperante cuando estás en un sitio así que te llueva, porque no puedes hacer absolutamente nada, excepto estar en la habitación. Si no hubiese sido porque el billete de avión de salida de Belice no se podía cambiar, nos habríamos ido ese mismo día para Miami, pero no podíamos, así que tocaba aguantar y llevarlo lo mejor posible. Después del desayuno nos sentamos en el porche y nos dedicamos a leer, ordenar las fotos y a ponernos al día con Facebook y Whatsapp, ¿qué otra cosa podíamos hacer? Ni siquiera había un bar para poder ir porque el único que había al ser al aire libre, no lo abrían cuando llovía. Para comer encargamos algo en el restaurante porque descubrimos que la carta de las comidas era mejor y más barata que la de las cenas, pero lo comimos en el porche porque se estaba más a gusto.
Seguía lloviendo, aunque ya no tanto y decidimos darnos un baño en la piscina, hacía calor y apetecía. A eso de las 15:00 dejó de llover y pensamos que, aunque playa no, porque tumbonas y colchonetas estaban empapadas, podíamos coger un kayak y dar una vueltecita, así que eso hicimos. Nos lo pasamos bien y al menos hicimos una actividad acuática.
Después, por hacer algo más, fuimos a caminar por la carretera de tierra que pasaba por delante del hotel, pero tuvimos que volvernos corriendo porque una nube de mosquitos nos persiguió literalmente, además, eran grandes, zancudos, a los que parecía no hacer efecto los varios repelentes que llevábamos. A partir de ese momento, los mosquitos pasaron a ser una pesadilla, por mucho repelente que nos echásemos y por mucho que fumigasen en el hotel, daba igual, nos acribillaban. Según nos dijeron no era normal esa invasión y se debía a las copiosas lluvias.
Luego dimos un paseo por la orilla, que como acababan de fumigar no había mosquitos y se estaba genial, se respiraba paz, parece increíble, pero en esa zona el mar no tiene ni una ola, el arrecife las para y el mar está como una balsa, parece un lago.
Esa noche cenamos también en la habitación y a pesar de los mosquitos, pusimos espirales y cenamos en el porche porque nos encantaba el ambiente con la brisa del mar. Después del gin tonic de rigor, nos fuimos a dormir con la esperanza de que al día siguiente no lloviese porque ya era el último día allí.
Día 8: San Pedro, día de playa
Amaneció nubladillo, pero no llovía, así que nos levantamos animados y dispuestos a aprovechar el último día en San Pedro. Después de hacernos un desayuno completo, huevos fritos incluidos, nos fuimos a por unas bicis, en el hotel te las dejan gratis, y nos dimos una vuelta por la carretera, eso sí, habiéndonos rociado bien con repelente por si acaso. Hacía mucho que no montábamos en bicicleta, pero comprobamos que eso es algo que nunca se olvida. Como estábamos desentrenados, no nos atrevimos a ir demasiado lejos, por aquello de las agujetas … pero pasamos un buen rato.
Luego nos fuimos a la playa, ¡por fin! Pasamos el día relajados en las tumbonas, leyendo y bañándonos.
También hicimos snorkel, pero la verdad por allí no había mucho que ver, solo peces diminutos.
La comida también la pedimos al restaurante y nos la sirvieron en la misma playa. Por la tarde volvimos a coger un kayak y navegamos un rato. Al volver estuvimos hablando un rato con las chicas encargadas de los deportes acuáticos. Pregunté por curiosidad cuánto valían las excursiones porque había leído que en el hotel eran muy caras, pero no, la de Hol Chan, valía exactamente lo mismo que nos costó a nosotros desde Caye Caulker. También nos comentaron que muy cerca de allí había otro sitio para hacer snorkel llamado Mexican Rocks y que la excursión de medio día valía US$40, era una lástima que no nos hubiera hecho buen tiempo para haber podido hacerla. También había otra en catamarán para ver la puesta de sol, pero lo mismo, solo operaba cuando hacía buen tiempo como es lógico. Bueno, otra vez será. Pasamos un buen día, la verdad. De repente nos acordamos de que no habíamos sacado las tarjetas de embarque para el vuelo del día siguiente a Miami, ya que como vuelo directo desde Belice no hay, decidimos en lugar de volver a Guatemala, volver por Miami y estar una noche allí. Podríamos haberlas sacado desde el móvil, pero preferíamos llevarlas impresas, así que fuimos a la recepción que había ordenadores con acceso a internet e impresora de cortesía.
Antes de volver a la habitación tomamos unos Margaritas en el bar Luego fuimos a preparar el equipaje porque al día siguiente salíamos muy temprano. El vuelo salía a las 11:05 pero para llegar a tiempo había que tomar el taxi boat desde San Pedro a las 07:00 y antes había que llegar allí desde el hotel, así que quedamos con los del hotel en que nos recogieran a las 6 de la mañana.
Nos preparamos una cena rápida y nos fuimos a dormir que había que madrugar mucho.
Día 9: Despedida de Belice
A las 5 en punto ya estábamos en pie para terminar de preparar el equipaje, desayunamos y a las 6 en punto vino el agente de seguridad del hotel para ayudarnos a llevar el equipaje al embarcadero y recoger la llave, ya que a esa hora la recepción no estaba abierta, por este motivo, el check out lo hicimos la noche anterior.
El bote llegó enseguida, cargaron el equipaje y salimos hacia San Pedro en medio de un amanecer espectacular.
En 20 minutos estábamos en el muelle del que salía el taxi boat para Belice City, esta vez escogimos el Belize Express Water Taxi. (B$ 112 los dos, unos US$28 por persona). El bote iba bastante lleno y menos mal que era cubierto porque por el camino llovió un poco. Sobre las 8 llegamos a Belice City, recogimos el equipaje y buscamos a Carlos, ¿os acordáis? El chico que nos había llevado allí cuando salimos para Caye Caulker y que nos dijo que siempre estaba por allí. No le encontramos, pero al preguntar por él, se presentó su padre y fue él el que nos llevó al aeropuerto por US$20, no nos pareció caro porque hay una buena tirada.
El vuelo a Miami era con American Airlines (235€ por persona) y el billete no incluía maleta que hubo que pagar a parte, US$25 cada una con un peso máximo de 23 kilos. Fijaos cuando compréis un billete de avión porque ahora está de moda que no incluyan el equipaje facturado, solo el de mano.
Después de hacer el check in, pasamos la seguridad y accedimos a la zona de embarque que es bastante primitiva. El vuelo se retrasó un poco y salimos a eso de las 12:15. Hacía muchísimo frio en el avión y no llevaban mantas. Tuvimos que taparnos hasta con las revistas. Qué manía tienen de poner el aire acondicionado a tope. Tras 2 horas de vuelo tranquilo aterrizamos en el aeropuerto de Miami, pero bueno, esa ya es otra historia…